La historia
occidental de los métodos didácticos de la entonación y la escritura musical
que ahora conocemos tiene su origen en el siglo XI con Guido de Arezzo (Arezzo
Toscana 991/992-Avellano 1050) monje Benedicto italiano, teórico musical y
figura central de la música de la Edad Media. Al ser maestro en la escuela
catedrática de Arezzo donde sobresalió en la enseñanza del arte vocal y
desarrollo nuevas técnicas, entre ellas el tetragrama (pauta musical de cuatro
líneas), precursor del pentagrama actual
(pauta musical de cinco líneas) el cual fijaron la altura de los
sonidos, cercano al sistema actual.
Otro aporte
muy significativo de Guido de Arezzo fue el de darle nombre a las notas
musicales, el cual surgió de un himno a san Juan Bautista conocido como Ut
queant laxis que tiene la particularidad de que cada frase musical empezaba
con una nota superior a la que antecedía, por lo que Guido de Arezzo tuvo la
idea de emplear la primera silaba de cada frase para identificar las notas que
con ellas se entonaban.
A este sistema
se le denomino “Solmisación” (en latín solmitatio) a lo que más tarde se le denomino SOLFEO.
La nota Ut se
sustituyó por el Do en el siglo XVII por Giovanni Battista Doni, pues esta
silaba se adaptaba mejor al canto por terminar en vocal.